
Llega un momento en que muchas mujeres notan algo distinto en su imagen: la raya del cabello parece más ancha o, al lavarse, el agua arrastra más mechones de lo habitual. Lo que antes era solo una cuestión de estilo o rutina se convierte en motivo de preocupación.
En la Clínica Keller, el Dr. Luciano Montini —director médico y cirujano principal, con más de 15 años de experiencia en medicina capilar— trata la caída del cabello en mujeres con un enfoque integral. Como explica, “la caída del cabello en mujeres no se puede tratar con soluciones genéricas ni promesas inmediatas. Es fundamental un diagnóstico profesional y un tratamiento adecuado”. También aclara que no todas las caídas de cabello tienen la misma causa, por eso es necesario estudiar cada caso de para dar con la mejor solución.
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Lo que se esconde detrás de la caída
El primer paso para abordar la pérdida de cabello femenina es diferenciar entre alopecia androgenética y otras formas no cicatriciales, como el efluvio telógeno. “Muchas pacientes llegan a Clínica Keller convencidas de que sufren alopecia, cuando en realidad están atravesando un proceso de efluvio, que suele ser transitorio y reversible”, explica el Dr. Montini.
Por un lado, la alopecia androgenética es un proceso crónico en el que las hormonas androgénicas miniaturizan los folículos pilosos, provocando un cabello cada vez más fino y su caída progresiva. Este tipo de caída no desaparece por sí sola y, aunque no es reversible en sentido estricto, con un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado, es posible frenar su avance y, en muchos casos, estimular el crecimiento de nuevo cabello, mejorando así la densidad y la apariencia.
Por otro lado, el efluvio telógeno es una caída temporal que ocurre cuando numerosos folículos entran prematuramente en la fase de reposo del ciclo capilar. Este fenómeno puede desencadenarse por estrés prolongado, posparto, enfermedades febriles, cirugía o dietas estrictas. “El cuerpo deja de priorizar el crecimiento capilar, y aunque no es una patología, refleja un desequilibrio que debemos identificar. A diferencia de la alopecia androgenética, suele revertirse al tratar la causa que la provocó”, puntualiza Montini.
En otros casos, la pérdida de cabello está relacionada con desequilibrios hormonales o metabólicos, como hipotiroidismo, síndrome de ovario poliquístico o déficit de hierro. “No se puede iniciar un tratamiento sin entender la causa. Por eso, en Clínica Keller insistimos en una evaluación médica completa, con analíticas hormonales y nutricionales cuando es necesario”, subraya.
Un enfoque médico
La amplia oferta de productos y suplementos ha generado expectativas poco realistas sobre el tratamiento de la caída. Para el Dr. Montini, el abordaje debe ser científico, personalizado y basado en la transparencia y honestidad clínica.
“El minoxidil, tópico u oral en dosis bajas, es el estándar más sólido para frenar la miniaturización y estimular el crecimiento. Es un fármaco probado, con décadas de uso y bien tolerado en la mayoría de los casos”, afirma.
En mujeres con influencia hormonal —especialmente en alopecia androgenética— el tratamiento puede incluir medicamentos que bloquean la acción de los andrógenos en el folículo. “Siempre bajo control médico, en casos indicados pueden cambiar la evolución del cuadro”, añade Montini.
La importancia del diagnóstico
No hay dos casos iguales, y eso también aplica a las analíticas. “Solicitamos estudios cuando la historia clínica lo justifica: alteraciones menstruales, acné adulto, hirsutismo, fatiga persistente o antecedentes familiares. Pedimos un perfil hormonal completo, que puede incluir TSH, ferritina, testosterona, andrógenos, LH, FSH o vitaminas”, detalla. Esa información, junto con la exploración clínica, permite diseñar un tratamiento personalizado.
¿Hay que tratarse de por vida?
Muchas pacientes temen iniciar un tratamiento que no tenga fin. La respuesta es matizada. “En alopecia androgenética, el tratamiento suele ser crónico porque controla un proceso progresivo. Si se suspende, la caída reaparece. Sin embargo, con el tiempo muchas pacientes pueden pasar a protocolos de mantenimiento, menos intensos y más sostenibles”, explica.
El tratamiento suele combinar minoxidil, suplementos nutricionales, terapia hormonal y, en ocasiones, mesoterapia. “Cada herramienta suma desde un ángulo distinto”, aclara Montini.
Medicación hormonal: ¿qué riesgos hay?
Los tratamientos hormonales pueden tener efectos secundarios, por eso deben usarse solo cuando es necesario y con controles periódicos. También se revisa el tipo de anticonceptivo. “Algunas formulaciones pueden empeorar el cuadro por su perfil androgénico, mientras que otras benefician el cabello. Trabajamos en conjunto con ginecólogos para hacer ajustes cuando es necesario”, explica.
¿Y después del injerto?
Cada vez más mujeres optan por el trasplante capilar como solución definitiva, pero muchas dudan si podrán teñirse, plancharse o peinarse como antes. “Sí, pero no de inmediato. Recomendamos esperar entre 4 y 6 semanas tras el implante capilar antes de aplicar productos químicos o calor. Luego se puede retomar la rutina normalmente. El cabello trasplantado es permanente y se comporta como el original de la zona donante”, aclara Montini.
Con un diagnóstico adecuado, un tratamiento profesional y expectativas realistas, es posible recuperar la densidad del cabello y, con ella, la seguridad personal. “No existen soluciones universales, pero sí un tratamiento médico preciso que ayuda a recuperar la confianza frente al espejo”, concluye el Dr. Montini.


